Aclaraciones sobre la crítica y la creación artística
Por Diego Villavicencio
En el anterior texto que escribí para esta revista explico con detalle la afirmación de ser la música el arte puro y lo enteramente Dionisiaco. El asunto es simple, la música es la máxima comunión entre el hombre y la belleza; y quizás en esa comunión se halle la emocionalidad más grande (término complicado por lo prostituido que ha sido) tanto a la hora de la composición como de la contemplación musical.
En su ignorancia el vulgo (o masa) ha enfrentado ciertos términos o –más bien– conceptos, la creatividad y emocionalidad v/s la razón y el análisis. Dicho enfrentamiento es una falacia pues quienes afirman tal cosa no perciben que para crear algo, por muy onírico que sea, se es –primeramente (aunque también puede ser posteriormente)– pensado y se es una idea.
En su ignorancia el vulgo (o masa) ha enfrentado ciertos términos o –más bien– conceptos, la creatividad y emocionalidad v/s la razón y el análisis. Dicho enfrentamiento es una falacia pues quienes afirman tal cosa no perciben que para crear algo, por muy onírico que sea, se es –primeramente (aunque también puede ser posteriormente)– pensado y se es una idea.
Bajo esa misma falacia algunos condenan nuestra labor –la de toda la crítica– justamente por analizar algo que, según ellos, no debe ser analizado. El argumento consiste en posicionar al arte, y mayormente, a la música como aquello que sólo es emocionalidad, creación libre y transfiguración. La transfiguración es completamente cierta, yo mismo lo explico en otro artículo; mas la emocionalidad y el arte no son necesariamente sinónimos. De lo contrario hablaríamos de catarsis, pero ese es otro ejercicio; de hecho –en rigor– catarsis y arte serían contrarios puesto que el arte es un proceso de búsqueda y alucinación, en tanto que la catarsis no es más que purificarse de las perturbaciones. No voy a entrar en la definición de arte porque ya lo he hecho –a medias– en otros textos, pero al menos ya hemos resuelto en su distancia con la catarsis y la pura emocionalidad. De esta forma el arte no es algo animal (por muy dionisiaco que sea) sino, muy por el contrario, es la máxima expresión de la inteligencia humana; lugar donde el intelecto se pone en función de lo inútil, de la búsqueda de la belleza. De ese modo, analizar la actividad artística no es sólo una hermosa práctica sino también un deber humano.