Por José Luis Arredondo A.
El género “Musical” es uno de los mas presentes en la escena artística del siglo XX, como forma inicial proviene de la Opereta decimonónica, sobretodo la desarrollada en la ciudad de Viena, en Austria. La opereta no difiere mucho de la ópera, salvo que su música es por lo general más liviana o festiva y sus temas de corte más mundano. Los musicales toman como base algunos de los elementos antes señalados, pero van enriqueciendo su contenido al incorporar, en mayor o menor medida, todas las variables y variantes que la música desarrolló durante el pasado siglo, tanto en lo llamado Clásico o docto como en lo popular, ya que sus partituras incorporaron desde elementos musicales de la tradición popular, en algunos casos, hasta los sonidos propios del Jazz, el Tango o el Rock y el pop, sin obviar por cierto algunos “ismos” como el expresionismo y el impresionismo.
Resultan de este modo, los musicales, una especie de crisol donde se funden la mayor cantidad de sonidos y ritmos que la música ha ido forjando, rompiendo con la eterna barrera que ponemos, muchas veces sin razón, entre lo clásico y lo popular. Vienen a convivir aquí lo Docto y lo masivo en un “ensamblaje” que, cuando está bien resuelto, es de gran valor artístico.
Con estos elementos en su bagaje, no le fue difícil abrirse paso en el gusto del público, para eso contó con centros teatrales de la importancia de Londres o Nueva York, y por cierto que el cine fue, y es aún, un gran soporte y gestor de su lenguaje, prueba de esto último, da la cantidad de producciones musicales que en su época dorada, se rodaron en los estudios MGM de hollywood, este sólo aspecto de su historia da tema para ser tratado en otra futura entrada.
No quiero detenerme en esta ocasión en revisar la lista de títulos emblemáticos de este genero, los hay por decenas, sino más bien hacer hincapié en uno que desde su estreno mundial hasta hoy, versión cinematográfica de por medio, ha sido un virtual paradigma de los musicales, me refiero a Jesuchrist Superstar de la dupla Tim Rice- Andrew Lloyd Weber.
Esta composición me resulta particularmente superior por su gran calidad textual y musical, lo que la eleva por sobre la media de este tipo de espectáculo, aun dentro de composiciones de la misma dupla antes mencionada. El libreto de Rice toma como base el evangelio según San Mateo, y trae la figura de Jesús y los hechos que rodean su muerte y resurrección a nuestra época, incorporando en el vestuario, la escenografía y la utilería, elementos propios de los años sesenta (época en la que fue compuesta) para establecer un paralelo temporal y reflexionar sobre la forma en que hoy se llevaría a cabo el periplo de Jesucristo. El texto es de gran belleza y riqueza poética y conceptual, y sintetiza con mucha fuerza el pensamiento y la acción de cada personaje.
La partitura de Lloyd Weber debe ser una de sus mas logradas obras, exhibe una base musical de corte Clásico y Romántico (en cuanto a estilos) muy presente en las cuerdas y los vientos, e incorpora en excelente forma el sonido Rock, en la percusión principalmente y la electrónica. Anoto como merito el que nunca se estanca en terrenos del pop, a pesar que lo transita en largos pasajes, esto mantiene la música en un registro de nivel sinfónico, que el tiempo no ha disminuido en ningún aspecto. El conjunto de canciones es de indudable belleza formal, esto gracias a unas “melodías” que son a estas alturas “clásicos” del género. Giuseppe Verdi decía: “La ópera es canto, y el canto es melodía”, esto vale aquí al ciento por ciento.
La mayoría del público ha tenido oportunidad de conocer esta obra por medio de su versión cinematográfica, la película dirigida por Norman Jewison en 1973 y que se ha convertido en un imperdible cada cierto tiempo en la Televisión , creo que es una gran versión, contó con un equipo de primer nivel que supo encarnar con absoluta propiedad actoral y musical las exigencias de la pieza, la veo cada cierto tiempo desde hace ya décadas y puedo constatar cada vez como el tiempo no pasa por ella, merito este sobretodo de su música y su texto, por lo que la recomiendo sin temor a quienes no la conozcan o a quienes hace tiempo no la re-visitan, tienen aquí un ejemplo cabal de una obra de altura operística con todo lo que esto implica y una película que supo sacar lo mejor de esta pieza clave en la historia de los musicales del siglo XX.
Jesuchrist Superstar de Tim Rice y Andrew Lloyd Weber. Película dirigida por Norman Jewison (estrenada en 1973) con Ted Nelly, Ivonne Elliman y Carl Anderson, en los roles principales. Disponible en DVD.
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